Luces

Cuando llegué a Amsterdam, hace ya un año, una de las primeras cosas que me llamó la atención fue lo "poco iluminada" que estaban las calles por la noche. De donde yo vengo, hay tanta luz, que no puedes ver las estrellas pero puedes ver perfectamente todo lo que te rodea de arriba a abajo y de izquierda a derecha, hasta la luz de la farola te quiera enseñar y donde te alcance la vista.

Yo estaba convencida que esta situación de excesiva iluminación artificial nos proporciona seguridad ya que podemos ver cada movimiento de una persona, de un coche, de algo sospechoso, etc.

Claro, cuando llegué aquí y me puse a buscar casa me di cuenta de lo poco que estaban los barrios iluminados por las farolas. Quien conozca Ámsterdam sabe que la luz de las farolas dan la sensación deq ue en cualquier momento la bombilla se va a apagar. Te ilumina lo justo para darte cuenta de pequeños detalles importantes y aveces ni eso. Eso me causaba inseguridad, miedo y hacía que no me fiase del sitio por el que iba caminando.

Poco a poco me acostumbré a la luz nocturna de Amsterdam y observé como la luz artificial me deja mirar por encima de ella y mis ojos aprendieron a observar de otra manera las cosas me te rodean. Me di cuenta que no había ningún peligro y empecé a valorar otros aspectos como poder ver las estrellas (cuando no hay nubes, claro), o ver lo maravilloso que es la ciudad iluminada por la luz interior de las propias casas.

A los seis meses volví de vacaciones a mi ciudad y cuando llegó la noche, no recordaba la cantidad de luz artificial que inundaba la ciudad. La luz me deslumbraba y me dí cuenta que mis ojos no estaban ya acostumbrados a mirarla de la manera que esa ciudad quería que la mirase por la noche. Yo me empeñaba en mirarla de la nueva forma que había aprendido pero era completamente imposible, solo podía ver lo que la luz artificial me quería mostrar, nada de estrellas, nada de casas que iluminaban la ciudad, nada que no estuviese a su alcance. En ese mismo momento dejé de ver la ciudad. La sensación cambió y lo primero que pensé fue si es necesario el derroche de energía que supone tanta luz. Además, relacioné iluminación con seguridad y pensé que tenía que ser una ciudad muy peligrosa si  se demandaba tanta luz para sentirse seguro.

Tantos años viviendo allí y ahora era incapaz de verla.

Qué es lo que vemos, cómo lo vemos, cómo nos sentimos, cómo reaccionamos, qué nos atrapa, qué nos libera.....Sea como sea lo maravilloso es descubrir por ti mismo que es lo que sientes....sigo buscando....